La avispilla del almendro ya afecta al 28% de la superficie de este cultivo en España
La “avispilla del almendro” (Eurytoma amygdali Enderlein) es un himenóptero perteneciente a la familia Eurytomidae y es considerada como una de las plagas más peligrosas para este cultivo ya que es capaz de mermar hasta un 90% de las cosechas de almendra. Esta plaga, endémica de países del este y el sureste europeo, así como en Oriente Medio, está presente en todos los países mediterráneos (en Francia se detectó por primera vez en 1981).
En España, la primera detección tuvo lugar en julio de 2010 en Castilla-La Mancha. Desde entonces, se ha expandido a Aragón, la Comunidad Valenciana, Murcia y Cataluña, afectando al 28% de la superficie total de este cultivo (unas 200.000 hectáreas) y convirtiéndose en un problema para las plantaciones de este cultivo en la cuenca mediterránea, sobre todo de producción ecológica, ya que ni el control tecnológico, con feromonas sexuales y trampas con atrayentes alimenticios, ni el control biológico están siendo eficaces por el momento. Por porcentaje de superficie afectada, Castilla-La Mancha se sitúa en primer lugar, con el 40% de almendros dañados, seguida de la Comunidad Valenciana (26%), Aragón (18%), Murcia (14%) y Cataluña (2%).
El pasado mes de febrero, desde la Región de Murcia ya alertaban del riesgo de una expansión descontrolada de esta plaga si no se articulaba una actuación coordinada y enérgica por parte de los agricultores y de la administración regional. En este mes de marzo se ha notificado la detección de nuevos focos en la región de Murcia y en la provincia de Valencia.
En 2020, las pérdidas ocasionadas por la plaga se estiman en 14 millones de euros. El 75% corresponderían a pérdidas directas de producción mientras que el 25% restante corresponden al incremento de los gastos en medidas culturales y productos fitosanitarios necesarios para hacer frente a la plaga.
El seguimiento de este himenóptero, debido a la ausencia de una feromona que permita conocer con precisión el ciclo biológico, es muy complicado, por lo que, en la actualidad, los estudios se centran en detectar con la mayor precisión posible el comienzo de la emergencia de los primeros adultos. El cálculo del momento exacto es trascendental ya que el periodo del tratamiento fitosanitario es muy corto y se ha de actuar antes de que las hembras hagan la puesta, ya que la realizan rápidamente después de emerger. Además, el momento idóneo de tratamiento es diferente en cada zona y depende de las condiciones climatológicas de cada parcela.
El mayor peligro de esta plaga radica en la “falta de coordinación” y en que el tratamiento y control de forma individual es insuficiente. Por ello, es muy importante eliminar los almendros afectados de los campos abandonados y cunetas de las carreteras, y si es posible los frutos afectados de cada una de las parcelas.
En las etapas iniciales se pueden ver y limpiar a mano los frutos afectados por las larvas, aprovechando que los árboles aun no tienen hojas; esta labor se realiza sin necesidad de apoyo fitosanitario, a un ritmo de unos 90 minutos por hectárea. De otra forma sería preciso recurrir a otros tratamientos de contención, que precisan, como mínimo, tres aplicaciones, con el coste que conllevan los productos fitosanitarios y su aplicación. Hay que considerar, además, el agravante de que este tratamiento no es posible cuando se trata de almendros ecológicos.
Las asociaciones reclaman a corto plazo un paquete de ayudas directas a los productores afectados que compensen las pérdidas económicas provocadas por una plaga foránea. Asimismo, también plantean a las distintas Administraciones que coordinen un plan de actuación conjunta que permita el control, la disminución de daños y evite su expansión, así como una mayor inversión en líneas de investigación.
En definitiva, la eliminación de los frutos afectados y la aplicación de tratamientos durante la época de apareamientos y puestas se han revelado como las estrategias preventivas más recomendables y rentables.